Bienvenidos a la inevitable era de las guerras cataclísmicas
del frenesís magnético que irrumpirá en nuestras miserables vidas.
Hemos nacido para alcanzar la muerte con mano trémula
pero el poder nos arrebata las migajas con total impunidad.
La nación nodriza nos amordaza con semblante encubierto
nos ofrece verosimilitudes digeridas por ignorancia
nos envuelve con su inconmensurable utopia estrellada.
Holocaustos de legiones proletarias bañadas con la furia del racismo
(en pro de un puñado de señores bajo el manto de sociedades secretas)
son hecatombes sigilosas del modernismo pérfido y caótico.
El viento surge furioso y madre naturaleza guarda silencio:
hombres desde un descomunal rascacielos juegan a ser dioses.
Y los pueblos diezmados por ser necesariamente innecesarios
continúan con regímenes beligerantes y hablan a sovoz:
pues el gatillo deambula por las calles dispuesto a soltar bullicio.
Y las barbas canosas de corazones rojos como la nieve cubierta de sangre
cambiaron sus hoces y martillos por campos de golf y albercas privadas.
Norteamérica es el Olimpo, África llora, Europa sonríe, Asia se ruboriza
y Latinoamérica cuelga desesperada cual racimo de agracejos
quiere surgir, pero cae, cae, cae, se aferra, la gravedad no da tregua
lo belísono se olvidará, culparán a nuestra madre verde que se ahoga
hijos de la puta…, la sociedad estulta cegada por rayos televisivos
disparados por la ionosfera, espejo maldito de muerte
el mundo es de los hombres y con ellos la tierra caerá, infinitamente caerá.
...
Un alarido lánguido es tu canto en el cadalso
Un alarido lánguido es tu canto en el cadalso
Poeta de letras tristes
Que sueñas costas bolivianas
Y sonrisas de crepúsculos.
Un aventón de quince verstas en el camino
En una marcha de árboles que caen
Y conocen el negro-noche
-Dicha inmensa-
No como sus desgraciados hermanos de plaza pública
Que no duermen y enloquecen
Huelen a orín
Y son testigos mudos de historias trágicas.
Y suceden las imágenes en el horizonte
Difuso-Ancho-Lunático
Con su interminable línea de perros muertos.
Y se me ha extraviado la cornucopia
En una noche densa de luna gorda
Compartida con vagabundos de brazo sísmico
Y labios que florecen de violetas.
Y recorro las calles que jamás llegaré a conocer
Mientras una brisa peina mi cabello
Y consumo un cigarrillo ilegal
Contemplando el paraíso de los idiotas.
Helvert Barrabás
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