En el trago amargo,
en la ausente embriaguez de la estivada
el río sigue su curso, culminando en la etérea quebrada.
La Vieja Trapera del ovillo raído de la enredadera,
parida premonitoriamente en el surco de una estocada certera,
junto al lecho de la cascada, aplacada por el peumo de la desgracia;
se sobrecoge con su taza de café amargo,
entre el vacío austero de la perfumosa soledad matinal.
Con la garganta palpitando hambre,
el vocablo susurrante en tripas y engranes;
rebobina del fonógrafo la tonada punzante,
entre los charcos del silencio y la ganzúa del ruidoso Tiempo.
Por las zumbantes multitudes -entrelazados trapos de caño y mimbre-
recoge del torrente su sangre, su brote, su cálido encanto de cobrizo azote.
En el término de la palabra se confunde la dicha del quebranto.
Bajo la luna se mezclan, las humaredas de las ciudades
y el guillatún de las praderas ancestrales.
… Y la tierra se comprime
en su retoño crispado de estambres;
y la tormenta trae consigo
Juglares;
trae ventiscas mordisqueantes,
que tras el alambrado
pre
ci
pi
tan
agobios nupciales…
El llanto y rostro humano
-en un palco rotundo y cercano-
a la Plaza Pública de Guijarros
se dejan entrever
por la ojeriza de las criptas
-sin nombre ni pardiez-;
y el deseo frustrado
revierte su estocada de pentagrama apelmazado
a la Viola con sed de cal y canto.
…A ti, Violeta Parra…
Vendaval con Lepra!
Ex Asociación Ilícita
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